JESUCRISTO LE DIJO: "VUELVE A TU CASA Y CUÉNTALE TODO LO QUE DIOS HA HECHO POR TI. LUCAS 8:39

Entrada destacada

HACE MÁS DE 2000 AÑOS: La mujer adúltera Juan 8:1-11

La mujer adúltera  Juan 8:1-11     Jesús se fue al monte de los Olivos. Por la mañana temprano fue otra vez al templo, y toda la gente se l...

jueves, 5 de junio de 2025

LIBERADO DE LA ESCLAVITUD

"Nunca es demasiado tarde"   

Tomé 'Tramadol' por primera vez cuando tenía 11 años.

Pero lo que sentí aquel día fue mucho más que un simple alivio. Mi cuerpo pareció entumecerse y me invadió una profunda sensación de bienestar, casi irreal. Por primera vez en mi vida, me sentí en paz... casi feliz. Nunca he olvidado ese momento de euforia. Se convirtió en un refugio ilusorio, una vía de escape de un vacío interior al que no podía poner nombre.

A partir de entonces, empecé a tomar "Tramadol" con regularidad. En primer lugar para aliviar el dolor, pero también y sobre todo para reencontrar esa fugaz sensación de felicidad. Rápidamente, mi cuerpo desarrolló una tolerancia. Un comprimido ya no era suficiente. Luego dos, luego tres... hasta ocho al día. Hacía malabarismos con las dosis, buscando un equilibrio que nunca encontraba. La droga se había convertido en una prisión. Era adicta, estaba perdida y cansada.

El día que supe que estaba embarazada de mi hija, me invadió un miedo inmenso. Temía las consecuencias de mi consumo para su salud y me sentía terriblemente culpable. Pero más allá de este miedo por mi hija, yo misma no podía más. Estaba rota por dentro, incapaz de liberarme.

Así que hice algo que nunca antes había hecho con tanta fuerza: clamé a Dios

Cada día le rezaba sinceramente, a veces en silencio, a veces llorando, pero siempre profundamente. Le pedía que protegiera a mi hijo... y que me librara a mí también.

Y el Señor respondió.

Lo que mis innumerables intentos, marcados por el sufrimiento, la violencia y la impotencia, fueron incapaces de producir, Dios lo logró con un solo acto de gracia.

Cada vez que pasaba por el síndrome de abstinencia, experimentaba un dolor insoportable en la espalda, los músculos y las articulaciones, y esta vez incluso en los dientes, pero no sentía nada.

Sin dolor. Sin carencias.

Me lo entregaron de un día para otro.

Hoy soy totalmente libre. Mi hija goza de buena salud, y yo vivo en la paz de Dios, sin dependencia, sin miedo. Lo que los hombres no pudieron hacer por mí, Jesús lo hizo con un solo gesto de amor.

Doy testimonio de esta liberación para dar gloria a Dios, y para decir a cualquiera que lea esto:

- Nunca es demasiado tarde.

- Nunca estás demasiado lejos.

- Lo que Dios ha hecho por mí, también lo puede hacer por ti.

"Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos". Salmo 34:18.

Yacine